jueves, 21 de julio de 2016

Formación, la luz que iluminó el presente y el futuro de Mary Luz



Historia de una mujer que luego de vivir 18 años empuñando un fusil en la clandestinidad encontró en la formación del SENA las herramientas para confeccionar un futuro en la legalidad.

Recorrer de día o de noche con zozobra, miedo y tristeza extensas distancias entre la manigua que engalana las montañas de la cordillera central del país, es lo que recuerda con mayores dramatismos Mary Luz Beltrán, una mujer de extracción rural que durante 18 años empuñó un fusil en la clandestinidad y que hoy a través de la formación del SENA, la voluntad del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (INPEC), y Top 5, empresa del sector de la confección, demuestra que es posible generar actos de paz a través de la productividad.
                                                                                  
“Cuando me capturaron obvio tenía miedo de llegar a una cárcel por lo que hablan de ellas, pero ahora siento que esa captura me liberó de un vida muy horrible, hoy le doy gracias a Dios por estar en este lugar”, expresó la mujer de sonrisa amplia.

De 30 años de vida que tiene Mary, 18 hizo parte del conflicto armado colombiano, tiempo durante el cual, como ella misma lo dice, perdió la oportunidad de estudiar, y además, la posibilidad de disfrutar de sus hijos que nacieron en medio de la guerra.

“Me fui voluntariamente a la guerrilla de 12 años, yo crecí viéndolos a ellos caminar por la vereda, dejé la escuela, y me le volé a mi mamá”, narró Mary con un innegable aire de arrepentimiento.

Con esa decisión Mary Luz selló su destino, a los 16 años quedó en embarazo, situación que sus superiores no vieron con buenos ojos, pero que por su avanzado estado de gestación se salvó de que la hubieran obligado a abortar, pero lo que si fue inevitable fue la separación de su hija al momento de dar a luz.

“Nunca más volví a ver a mi hija. Después de eso me pusieron un dispositivo para no tener hijos, pero eso quedó mal, al año volví a quedar en embrazo de gemelos, me dieron muchas bebidas para abortar, pero los niños no se salieron”, comentó Beltrán.

Con lo sucedido se repitió la historia, ‘los mellos’, como ella se refiere a los gemelos, fueron separados de su lado, situación que día a día alimentaba su deseo de escapar de esa vida, pero que el miedo a ser fusilada lo opacaba.

MÁS QUE UNA CÁRCEL, UN AMBIENTE DE FORMACIÓN

Actualmente la mujer está recluida en Villa Josefina, establecimiento Penitenciario y Carcelario de Mujeres en Manizales donde integra una unidad productiva de confección que entre agosto  y diciembre del año pasado produjo 14 lotes de jeans, lo que equivale a unos 10 mil 623 pantalones.

“La unidad productiva esta al interior del centro de reclusión, y es el resultado del trabajo voluntarioso de la empresa de confección Top 5 y el INPEC. El SENA se articuló a esta labor formando a las internas en temas relacionados con máquina plana, competencias laborales que se traducen en oportunidades para estas personas en proceso de reconciliación”, enfatizó Rodrigo Giraldo Velásquez, director del SENA en Caldas.

Más de 50 mujeres se han venido beneficiando de este proyecto que consta de 42 máquinas de confección que fueron ubicadas en el centro carcelario que se ha convertido en los últimos tres años en el hogar, la escuela y el taller de Mary Luz Beltrán.

“Cuando los instructores del SENA llegaron a enseñarnos  yo sentí mucho miedo porque yo no sabía hacer nada, me daban muchos nervios meterme una aguja en los dedos, pero gracias a Dios lo profesores nos ayudaron y así fue que aprendí este oficio”, puntualizó la mujer que hoy sueña con recuperar el tiempo con  sus hijos.

Para Luz Marina Duque, directora del centro penitenciario Villa Josefina, la unidad productiva ha sido de mucho impacto porque “las internas están aprendiendo un arte u oficio que no tenían y que pueden explotar al salir de acá, segundo, utilizan el tiempo de una manera productiva y además están generando recursos”.

“Con lo que me gano quiero seguir ayudando a mis hijos, y al salir comprarme un máquina de confección y seguir trabajando”, concluyó  Mary quien a la fecha sigue luchando con las secuelas de su pasado, pero ahora con una herramienta adicional, el conocimiento en máquina plana, competencia laboral que hoy la proyecta a tener un futuro en la legalidad y la productividad donde pueda reencontrarse con su vida y su familia.

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